Descripción
Permanecer firmes a los pies de la cruz es testificar del proposito para el cual Dios creó al mundo. Sólo podemos estar frente a la cruz con la cabeza inclinada y el espíritu quebrantado. Es ahí donde vemos desplegados los atributos de Dios; y si observamos con cuidado, a nosotros mismos. Nos desafía a abrazar la cruz, no sólo como el medio de salvación, sino como un estilo de vida. Descubrir que la parte de la cruz que no aceptamos llevar es la que nos impide pertenecer al reino de Dios. Entre más ligera sea nuestra cruz, más débil será nuestro testimonio.